¡No con cualquiera!

Todos soñamos con tener dientes derechitos y tan blancos como se pueda, pero muchos debemos recurrir a un especialista para lograrlo. Aquí te decimos lo que necesitas saber para asegurarte de poner tu sonrisa en las mejores manos.

Por: Lizbeth Infante de Nader

Escoge bien. La selección del especialista puede ser una de las decisiones más importantes en el proceso, porque si no posee el conocimiento ni la destreza suficientes, el tratamiento podría tener un final terrible. Pídele que te enseñe su título, su currículum y algunos de sus trabajos previos (antes y después).

Cadenas engañosas. Aunque hoy abundan las clínicas franquiciadas, con frecuencia el trabajo que ofrecen está muy lejos de la alta calidad y el bajo precio que prometen de entrada. Muchas dan precios engañosos, y peor aún, malos resultados.

Analiza tu sonrisa. Párate frente a un espejo. Sonríe y observa. ¿Tus dientes están desalineados? ¿Están oscuros o amarillentos? ¿Tus encías se ven inflamadas? ¿Las enseñas de más? ¿Hasta dónde llega tu labio inferior cuando sonríes? ¿Crees tener muchas caries? Esto te da información para saber bien lo que TÚ quieres que te hagan.

Pide varias opciones. Hoy se ofrecen blanqueamientos dentales, carillas de porcelana (películas delgadas de cerámica que se colocan sobre tu diente, como carátula), coronas o fundas libres de metal, implantes dentales, cirugías de encía, ortodoncias… Éstos son los tratamientos base para la estética dental.

Exige piezas de calidad. Un elemento indispensable para que el tratamiento sea exitoso es el tipo de laboratorio con el que el especialista trabaja. Por más capaz que sea tu odontólogo, si no cuenta con un buen laboratorio que lo respalde, difícilmente obtendrás lo que buscas.

UN POCO DE HISTORIA

La búsqueda de la sonrisa perfecta no es cosa nueva. Los antiguos egipcios hacían pastas con base en piedra pómez y vinagre para eliminar manchas de los dientes, mientras que los romanos utilizaban una pasta hecha con orina (sustancia con alto contenido de amoniaco) y un agente blanqueador natural que se utilizó hasta finales del siglo VIII.