Alexis Beard
En el corazón de China late Henan, tierra donde la historia parece hablar en susurros de piedra y madera. Aquí nacieron dinastías, florecieron capitales imperiales y aún perduran templos, grutas y ciudades que guardan el alma de una civilización milenaria.
El Templo Shaolin: donde la disciplina se vuelve arte
Entre montañas envueltas en niebla se alza el Templo Shaolin, cuna del budismo Chan y del kung-fu. Sus salas resuenan con ecos de meditación y energía marcial, mientras en el Bosque de las Pagodas, las antiguas estupas se alinean como guardianas del tiempo. Ver a los monjes en movimiento es contemplar una danza entre cuerpo y espíritu, un puente entre pasado y presente.

Las grutas de Longmen: budas esculpidos en la eternidad
En la antigua ciudad de Luoyang, las Longmen Grottoes despliegan un río de piedra tallada. Más de cien mil figuras, desde delicadas miniaturas hasta colosos de diecisiete metros, emergen de los acantilados junto al río Yi. A la hora del ocaso, la luz acaricia sus rostros de serenidad, y uno siente que el tiempo se detiene frente a esta procesión de budas eternos.

Luoyang antigua: el pulso de la tradición
La ciudad vieja de Luoyang conserva la vida de otras épocas: calles de madera adornadas con faroles rojos, aromas de fideos recién preparados, artesanías que parecen contar historias. En primavera, la ciudad se viste de gala con el Festival de la Peonía, cuando los jardines estallan en colores y fragancias que celebran la belleza efímera de la naturaleza.

Zhengzhou y el JW Marriott: modernidad en contraste
Tras recorrer estos paisajes históricos, se regresa a Zhengzhou, capital de Henan y metrópoli en constante movimiento. A orillas del río Amarillo, la ciudad combina museos, mercados tradicionales y una vida urbana dinámica, siendo además un importante centro de transporte que conecta a los viajeros con todo el país.
En medio de esta urbe vibrante se alza el JW Marriott Zhengzhou, un refugio contemporáneo que se ha convertido en un ícono arquitectónico gracias a su torre curvada inspirada en la dinastía Song. Desde sus habitaciones con ventanales de piso a techo, la ciudad se extiende como un lienzo de luces y movimiento.
El interior transmite serenidad: mármol y madera dialogan con una estética minimalista que evoca la tradición china. Las habitaciones amplias, el spa, la piscina cubierta y los restaurantes —que van desde reinterpretaciones de la cocina local hasta propuestas internacionales— ofrecen al viajero un descanso perfecto después de un día de exploración.
En el JW Marriott Zhengzhou, la experiencia culinaria merece un capítulo aparte. Sus restaurantes celebran tanto la cocina internacional como los sabores de Henan, ofreciendo desde refinadas interpretaciones de la gastronomía cantonesa hasta especialidades locales como los célebres fideos de la región. El desayuno buffet despliega una variedad que recorre continentes, mientras que en la noche los comensales pueden elegir entre cenas íntimas de alta cocina o ambientes más relajados con propuestas contemporáneas. Cada platillo está concebido con atención al detalle, elevando la estancia a una experiencia también memorable para el paladar.
Hospedarse en el JW Marriott Zhengzhou es vivir el contraste que define a Henan: durante el día, dejarse llevar por los ecos milenarios de Shaolin, Longmen y Luoyang; al anochecer, regresar a un espacio donde el lujo contemporáneo se vuelve tan hospitalario como la tierra que lo rodea.