Hay lugares que se disfrutan con los ojos, y luego está Baja California, una tierra que se saborea. Anoche se vivió una experiencia tan amplia como el mar: la mesa no solo sirvió, sino que se convirtió en un mapa de la península, guiada por los talentosos chefs Diego Hernández y Envero, quienes entienden que el mejor producto es el que cuenta una historia, llevándonos desde las frías aguas de Ensenada hasta las viñas del Valle. Esta cena, organizada por Baja California Travel, fue más que un evento: fue una clase magistral íntima que nos recordó que el verdadero viaje comienza en la mesa.
El Recorrido Culinario
El menú fue una sinfonía de contrastes, un viaje cuidadosamente orquestado que honró la diversidad de la península, iniciando con un plato que se siente como la brisa de Ensenada.
El viaje comenzó con el Crudo de Steelhead Azar de Ensenada, un testimonio de la pureza del Pacífico. El pescado, cortado delicadamente, ofrecía una textura suave y sedosa, balanceada por la acidez precisa del limón y el aceite, que despertó el paladar. Las pepitas de calabaza no solo añadieron un sabor terroso, sino un delicado crujir que contrastaba con la fluidez del plato. Fue la mejor bienvenida a la mesa de Baja.
Continuamos con la magia dulce-salada. El tercer tiempo nos llevó a un territorio inesperado: la Calabaza de Castilla en Horchata de Calabaza con Macadamia y Salsa. Este plato es un ejemplo de la audacia de la cocina de Baja. La calabaza de castilla, nativa de los campos, se presentó en una forma cremosa y dulce, con el contraste de la horchata que aportaba una sensación reconfortante y especiada.
La fortaleza del Valle de Ojos Negros se hizo sentir con el plato fuerte, la declaración de intenciones más robusta: Lechón del Valle de Ojos Negros con Velo, Encacahuetado y Verduras del Huerto. El Valle de Ojos Negros, conocido por sus vinos y quesos, se hizo presente en esta carne. La textura era doblemente magistral: la carne se deshacía en la boca, jugosa y tierna, mientras que la piel proporcionaba un estallido crujiente y perfectamente caramelizado. Maridado con el Petite Syrah de Las Nubes, este plato ancló la cena en la solidez y el carácter inconfundible del interior de Baja.
Finalmente, los postres, como las Peras de Huerto, cerraron el ciclo con texturas reconfortantes y envolventes, completando un recorrido que fue un deleite para todos los sentidos.
La Mesa como Destino Final
La lección de la noche es clara: si quieres conocer Baja California, busca su mesa. Eventos como este, orquestados por Baja California Travel, demuestran que el verdadero lujo es el acceso directo a la calidad y a la historia. El viaje a Baja no es solo un destino, es una inmersión sensorial.







