Feliz en el trabajo, Infeliz en el amor ¿Por qué?

Si te ha pasado que tus relaciones de pareja no duran o ni siquiera tienes pretendientes, despreocúpate el ‘problema’ no sólo eres
tú, ellos también tienen sus razones para no acercarse, ¡entérate!

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, los hombres poseían el poder: social, económico, cultural, político y demás. Sin embargo, ha sido hasta años recientes en que la incorporación de la mujer a la fuerza laboral ha dado mayor libertad e independencia económica y con ello, poder. En cuestiones de pareja, una queja frecuente por parte de los hombres solía ser que las mujeres dependían de forma emocional y económica de ellos. Para muchos era una carga molesta y ni se diga si se llegaba a dar un divorcio porque, al ser sus mujeres dependientes económicos, recibirían parte de su sueldo por un periodo prolongado. Hoy los roles han cambiado. Las mujeres no sólo tienen libertad económica, también éxito profesional lo que en muchos casospermite ganar más que los hombres
e incluso alcanzar puestos más altos, pero esto ha implicado un gran costo, es decir, conseguir una pareja. ¿Por qué?, ¿Qué disgusta tanto a los hombres de esta nueva condición? Bueno, pues me di a la tarea de investigarlo. Pregunté a algunos hombres que conviven con mujeres con alto poder adquisitivo y muy buena posición en el trabajo y los dividí en dos grupos: aquellos que tienen pareja con este tipo de mujeres y quienes no. A estos últimos les pregunté por qué no se relacionan de manera sentimental con mujeres empoderadas, las respuestas te van a sorprender.


Negociación efectiva
Abre bien los ojos. Si estás en el proceso de conocer a esa persona especial, debes distinguir entre “un controlador enfermizo” y alguien que de manera sana demanda tu atención.
Prioriza. El trabajo nunca, en serio, nunca se va a acabar, así que establece un plan de acción que te permita cumplir con los pendientes y con tu relación en tiempo y forma, sin quedar mal en alguno.
Hablen sin miedo. Si ya piensan en vivir juntos o hacer una relación más sólida, deben poner sobre la mesa lo que cada uno quiere en cuanto a los temas difíciles, desde dinero (incluso a qué pasaría si se separasen), visitas familiares, hijos, organización, para que después no haya sorpresas.
Delega. Déjate consentir y que él resuelva o decida en todos los temas, es su derecho y a te dará más tiempo para tus cosas. En el trabajo repartir tareas y apoyarte en un buen equipo es indispensable.


¿TAN DIFÍCILES SOMOS?
Desde el punto de vista biológico en los humanos, como en otras especies, el macho lleva el cortejo. Desde la época medieval existe “el cortejo del amor cortés”, que es la forma idealizada de conquista en la cual el noble caballero hace proezas valerosas para ganar el amor de su bella damisela. Esta idea mantenida y reforzada hasta nuestra época por la música, la literatura, la televisión, el teatro, el cine e internet, han alimentado las fantasías sobre qué es el amor para ambos sexos. En opinión de estos hombres, una mujer empoderada quita toda la diversión a este loable proceso. El poder involucra simple y llanamente eso, “que puedes”. Según estos amigos, “si una mujer puede, entonces ya no lo necesitas”.

Alguien comentó: “Veo a mis compañeras y a sus amigas montadas en sus tacones, oliendo rico, con su ropa de diseñador y sus modales elegantes y pienso que son bellísimas y me encanta verlas y ser su amigo, pero no se me antoja cortejarlas porque no dan espacio para hacerlo. Si les ofreces pasar por ellas, te dicen que ellas llegan o que las lleva su chofer. Eso ya me arruina el beso que le robaría al llegar a su casa. Si le falla un foco en su depa, no puedo ofrecerme a resolver el problema y rescatarla porque ya tiene un ejército de gente. Prefiero estar con alguien que me permita hacer mis despliegues de conquistador a la antigua y me conceda un ratito ser el héroe del momento. Así como ustedes sueñan con su ‘príncipe azul’, nosotros soñamos con rescatarlas de la torre o despertarlas con un beso. No tengo problema en que mi mujer sea exitosa, lo que me causa conflicto es no tener espacio para que en la relación de uno a uno, en la intimidad de nuestra casa, también yo tenga el poder de ‘poder’”.

Otro hombre enfatizó, “el problema es que todas esas cualidades que admiro de ustedes como profesionales son de súper flojera como parejas. Estar compitiendo todo el tiempo, la lucha por quién tiene la razón y la obsesión porque todo sea perfecto son cosas que me parecen increíblemente admirables en el trabajo pero el asunto es que nunca hacen ‘switch off’. En mi casa no quiero a alguien que me critique y compita por ver si tengo o no la razón. Deseo alguien que me admire y me permita admirarla. Alguien que sea mi refugio para los días malos y ser el suyo. Nadie quiere una comandante de pareja. Si lo es en la oficina, me gustaría que en casa se relajara. No, no me asustan las mujeres empoderadas, sólo me parece que no dan espacio a que alguien más comparta el poder en la relación. Nunca se bajan del tren y su vida personal queda en segundo plano, incluso sus necesidades básicas quedan en último lugar de la lista ¿a quién no le gusta ser la prioridad de su pareja? ¡A nadie! No quiero ser el macho de la película mexicana pero tampoco ‘Gutierritos’ en mi casa. Deseo alguien que me vea de igual a igual. Por eso, prefiero alguien más simple”.

¡SÍ SE PUEDE!
Al parecer, el punto álgido para que mujeres poderosas tengan una relación es la distribución del poder. Confieso que durante la charla con ellos me sentí un poco enojada ¿Cómo que no me dejo rescatar?, ¿Cómo que no doy espacio para que me cortejen? ¡Si es justo lo que quiero! Alguien que me ayude a resolver, que me dé un respiro. ¿Cómo llegar a un punto medio? Por eso me fui al otro lado de la moneda y pregunté a hombres que tienen relaciones de más de 10 años con mujeres empoderadas, qué les atrajo de ellas y, sobre todo, qué mantiene la relación.


“Me encanta de mi esposa que, como buen líder de equipo, en su trabajo es carismática y sabe lo que quiere; me maravilla cómo dirige a su grupo pero una vez que dan las 18:30 hrs apaga el teléfono y deja de ser ‘La Doctora’ para ser ‘mi Chapis’. En ese momento desaparecen las órdenes. Desde que somos novios trato de pasar por ella a diario al trabajo y me deja abrirle la puerta del coche o ponerle mi saco cuando hace frío, a pesar de que le da pena que sus estudiantes la vean así. Decidimos dónde cenar con un volado o un disparejo. Ella gana un poco más que yo y me encanta pero a la hora de las cuentas ponemos partes proporcionales de nuestro sueldo y eso lo hace equitativo. Adoro que una vez que se quita la bata de ‘La Doctora’, se le quita también el gesto adusto y se pone dulce y femenina. Me gusta saber que me confía esa parte vulnerable de su personalidad porque de eso se trata el amor, de confiar tus puntos débiles a alguien que sabes que no te dañará al conocerlos”.


El siguiente testimonio llamará tu atención y, sin duda, o conoces a alguine así o tú misma sentirás identificación: “Nosotros tuvimos muchos problemas porque mi esposa no sabía soltar el control. Quería controlarlo todo, tal vez por su historia de vida. Esta característica la hace muy exitosa en el trabajo pero es muy complicado lidiar con ‘una controladora’. Cuando tuvimos una crisis matrimonial, que casi nos llevó al divorcio, fuimos a terapia y logramos que yo tomara el mando y adquiriera un poco de control y ella aprendiera a cederlo. Conseguimos que ella delegase y confiase en que también yo podía hacerlo. No te voy a mentir, fue muy complicado pues para mi era más cómodo que ella dirigiera y yo sólo ejecutara, pero aprendimos con mucho esfuerzo que compartir el poder nos aligeraba la vida a los dos. Esto nos fortaleció”. Pues bien, la concusión más importante es que se trata de matizar estas características que te llevan a ser exitosa laboralmente, es decir, “bajarle a la intensidad” en ciertos momentos. Mostrarte abierta y flexible, además de delegar el control en alguien más -lo cual se traduce en un acto de amor- y, por otra parte, dar la oportunidad de que se convierta en el “príncipe rescatador”. Te recomiendo pienses, si los pavorreales despliegan sus plumas y los peces muestran sus branquias para conquistar, entonces por qué no das a los hombres la oportunidad de mostrarse como los fuertes de la relación de vez en cuando. Al parecer el misterio es más sencillo de lo que pensábamos, ¿qué te parece?

 

 

Dra. Perla Leal


La autora es Neurocientífica.
perlaleal@seisgrados.com.mx