Durante décadas México ha sido testigo de una de las migraciones más grandes a nivel mundial. En su travesía para llegar al llamado “sueño americano”, recorren todo el territorio mexicano para llegar a su destino, y durante su recorrido se enfrentan a todo tipo de riesgos que les quitan la esperanza e ilusión de cumplir el tan esperado sueño.
Se estima que el 20% de los migrantes que atraviesan México son mujeres y niñas, quienes se enfrentan además a mayores problemas por la violencia de género en nuestro país. Por su condición, las mujeres se ponen en mayor riesgo por ser vulnerables al abuso y la explotación. Por si esto fuera poco, las mujeres migrantes se enfrentan a discriminación por múltiples factores; la primera por ser mujeres, la segunda por ser migrantes y finalmente, por ser irregulares. Es decir, que no tienen una condición migratoria autorizada por la autoridad mexicana.
Existen tres factores principales que son causantes de los problemas en la migración irregular en América, los cuales son, a) Las políticas que regulan la migración en México y en Estados Unidos, b) La violencia de género y c) La situación de pobreza extrema o peligro en el que viven las personas que toman la difícil decisión de migrar.
Nuestra Constitución y los diversos Tratados Internacionales a los que México está adherido, protegen los derechos humanos de todas las personas que se encuentren en territorio mexicano. Independientemente de su edad, género y condición migratoria. Sin embargo, no hay programas suficientes que aseguren la protección de estos derechos y los servicios de atención a víctimas son escasos. Sumando además el hecho de que el acceso a las Instituciones que se encargan de regularizar su situación migratoria es sumamente complejo.
Si bien en México se han realizado esfuerzos para alcanzar la igualdad de género, es una realidad que éste es un problema que lleva décadas, y no se vislumbra una solución cercana, pues es necesario modificar desde políticas internas hasta situaciones sociales ajenas a nuestro país sobre las cuales no tenemos control. Lo que sí es importante es la conciencia que todas debemos tener sobre el tema. Entender que también como sociedad nos compete cambiar actitudes que incrementan la xenofobia, el racismo, el machismo y sobre todo comprender que debemos respetar siempre los derechos humanos de los demás.