Daniela Cordero

Fotografías: Diego Euroza

Maquillaje: The Make Up Center

 

¿De dónde es originaria Daniela Cordero? 

Nací en un pueblo originario de la delegación Benito Juárez. El pueblo de Santa Cruz Atoyac. A mi me tocó una educación de escuela de madres Josefinas, teníamos la fe católica desde la escolarización por lo que compaginaba muy bien con las tradiciones del pueblo como ir todos los domingos a misa, las fiestas del pueblo y más. 

 

Todo estaba muy organizado pues estamos en el corazón de la colonia Portales, de la colonia Del Valle y eso también tiene cierta influencia. Ahí las vecinas – especialmente las adultas mayores – nos llevaban a la iglesia. Mis papás trabajaban mucho, así que por las tardes, quien estaba a cargo de mi cuidado era una vecina. Misma a la que yo me refería como Má. Sus hijas adolescentes eran parte de la estudiantina de la iglesia por lo que yo crecí muy cercana a esta. Ellos estaban atentos a mis necesidades por las tardes y los fines de semana, ahí estaban mis papás. 

 

¿Cómo descubre Daniela Cordero el poder de la resolución de conflictos y la conciliación?

Ya en mi edad profesional y recibida como Licenciada en Derecho. Estuve en una reunión de networking en la que me enteré que existe una vía para solucionar conflictos o temas de carácter litigioso, que se podrían llevar a un tribunal pero sin llegar a este, sino más bien ir con una persona a la cual el estado le ha dado la potestad y la fe pública para resolver las controversias. A mí me pareció maravilloso porque ahora que soy mamá tengo mucha más conciencia de que las personas debemos involucrarnos en procesos de pacificación en la medida en la que podamos. Al final del día todos vivimos en comunidad y sin importar cómo nos sentimos hacía esta, eso nos impacta a todos. Esto me pareció una alternativa maravillosa para poder pacificar desde mi actividad profesional las relaciones humanas. Era como mi granito de arena. Me empecé a involucrar, estuve atenta a las convocatorias que presentó el tribunal, me inscribí, hice mis procesos para la selección y me quedé. Entonces ya cuando estuve en la certificación tuve maestros maravillosos como: Victor, Andrea, el Dr. Othón Pérez Fernández del Castillo y otros que son figuras muy representativas de la mediación. Ver la forma en la que trasladan todas las herramientas de la mediación a su vida cotidiana, profesional y personal, me pareció magnífico. Cuando empiezas a ver todo lo que te ahorras en todo sentido y dejas de perder el tiempo descubres el poder de enseñar a tus hijos que existen maneras mucho menos dolorosas de resolver controversias y desentrañar el motivo real por el que estás teniendo un conflicto. Por otro lado, la mediación es tan noble que también te permite resolver un conflicto. 

 

En la mediación todos los que estamos involucrados somos importantes. Es una herramienta, que considero, debe de ser la opción, antes de que los jueces tomen un caso.

 

Nosotros como mediadores no podemos recomendar propuestas o dar ideas de solución. Nos toca usar nuestras herramientas y experiencias para desentrañar y ayudar a la gente a llegar al punto donde ellos se den cuenta. La ventaja de una mediación – a diferencia de un juicio- es que en esta no hay un ganador y un perdedor. Ambos logran identificar sus necesidades e intereses para salir de sus posturas de enojo, tristeza y más. 

 

Me he dado cuenta que muchas veces no sabemos nombrar nuestras emociones. Nos confundimos. A veces uno piensa que está enojado cuando en realidad nuestra emoción es distinta pero la canalizamos por medio de la furia, el coraje y más. La mediación nos ayuda a humanizar los procesos de controversia e ir nombrando las cosas. Lo que no se nombra no existe, por tanto hay que ir nombrando e ir trabajando en una educación emocional. En la mediación todos los que estamos involucrados somos importantes. Es una herramienta que considero debe de ser la opción, antes de que los jueces tomen un caso. Esto ayudaría a que los involucrados identifiquen qué objetivos tienen del proceso. Nuestra formación como abogados, nos ayuda a hacer ver a los involucrados su mejor y su peor escenario en caso de llegar a un juicio y a humanizar los procesos de controversia.

 

Este proceso nos ayuda a ser conscientes de que estamos tratando con personas no con expedientes y que eventualmente estas personas van a regresar a sus espacios laborales, personales y familiares y no pueden ir con un proceso humano roto. Tenemos que buscar que sobreviva la relación que dio origen a que tuvieran esta controversia. En el caso de una familia es súper importante que no se rompa el tejido familiar. Vemos cuánta violencia hay en las calles pues son familias completamente disfuncionales. Y no me refiero a esta parte anacrónica de las familias donde tienen que ser mamá, papá e hijos. Hay que evolucionar de acuerdo a como vaya estando la sociedad. Me refiero a que no se generan esas redes familiares sólidas que no tiene que ser necesariamente la figura materna y paterna, sino vivir en comunidad. Vivir de manera pacífica. 

 

¿Por qué alguien tan consciente como tú decide estudiar Derecho? 

Aún no tengo la conciencia que a mi me gustaría. Este es un proceso del sólo por hoy. Desde salir a la calle y que se te haga tarde y delante de ti vaya un coche a cinco kilómetros por hora y que uno no se desespere y le toque el claxon. Es un proceso en el que respiras y dices solo por hoy no quiero pelear pero también te rebasa porque también somos humanos y esa condición nos traiciona. Es un proceso también de deconstrucción que vas teniendo personal. Mi papá murió siendo yo muy joven – a mis 20 años-  y no dejó un órden jurídico en todas sus cosas y su hermano nos quitó – a mi mamá y a mi- el departamento que tenía mi papá. Como yo era muy chica y aún no había terminado la universidad, me pareció un acto de injusticia y de traición a tu familia. Fue un tema muy doloroso. Más que por el tema material, por el tema familiar. Son cosas que como ser humano no logras comprender. En ese momento dije, Yo creo  que mi labor en esta vida es ayudar. Cómo yo pueda.  A mi no me parece que una persona que no tenga el dinero para pagar esté en la cárcel. No me parece que una persona le ponga precio a su profesionalidad. Que actualmente se piense que los abogados se pueden vender a la contraparte de su cliente. No estoy de acuerdo en que la justicia sea selectiva. No estoy de acuerdo en que la justicia esté tan fuera de la realidad que se vive en las calles. Primero fue como un acto de revolución propia. Ya después, empecé con la idea del Derecho Penal. A mi me apasionaba la idea del penal desde muy chiquita. Como desde los cinco años. Y entonces, cuando empecé en el proceso del derecho penal, me hablan a las doce y media de la noche y me dicen, tenemos que ir al ministerio público, tenemos un detenido. Fui un par de veces muy a regañadientes e inconforme porque no iba a dormir lo suficiente y yo aún estudiaba. Y de pronto, cuando voy a un ministerio público y el cliente nos dice, Bueno, sí disparé. Sí maté a mi compadre y el abogado le dice bueno entonces lo que vas a hacer es esto, esto y esto para que no se detecte la pólvora y tal. Dije sabes qué esto no me parece honesto y si yo no voy a seguir el decálogo de la verdad de mi cliente tiene que ser mi verdad porque va en contra de mis principios no lo voy a hacer. Esa fue la señal que yo esperaba para que me diera cuenta que el derecho penal, no era para mi. Entonces me empecé a involucrar en temas más sociales, más familiares y entonces muere mi papá, viene esta situación y yo pensé que es lo peor que me podía pasar. En ese entonces yo estaba a unos meses de casarme y me encontraba muy decepcionada de todo y mi mamá se encontró al que hoy es mi esposo y le dijo, fíjate que mi hija vivió un proceso que es muy natural en la vida pero ella lo está viviendo como si le estuviera pasando lo peor que le pudiera pasar. Necesito que la involucren en temas sociales. Y entonces, tengo la entrevista con mi esposo.  En ese entonces, yo trabajaba para Grupo Bimbo, no tenía ninguna relación con temas sociales. Estaba muy alejada del mundo terrenal y cuando me entrevisto con con el Secretario de Desarrollo Social, mi esposo – que entonces no lo era- le empiezó a decir todo lo que a mi parecer estaba mal hecho. La gente que tenía una condición de calle, la forma en que se trataba y más. Él me dijo, bueno si tú ves que todo eso está mal y tú crees que lo puedes hacer, hazlo. Eso me picó la cresta y pensé órale , me voy para allá. Me voy al albergue que atiende a jóvenes, niñas y niños en situación de calle. Sin redes sociales, ni familiares y algunos con problemas de adicción. Cuando estás en situación de calle, es muy probable que tengas una adicción. No estigmatizo, ni generalizo. Es una población alta la que ya ha tenido alguna experiencia con sustancias que inciden en el sistema nervioso central. Empecé a ver cuáles eran los motivos por los que los niños no terminaban su escolarización. A crear un diagnóstico del albergue. Ahí me encontré con un equipo súper profesional que también estaba muy dispuesto a mejorar las cosas. Ya de entrada, teníamos el apoyo del Secretario y eso era lo que necesitábamos para darle rienda suelta a todo. Contactamos al grupo de educación extemporánea para que fuera a dar clases ahí para evitar que los niños usarán el dinero que les daban para ir a la escuela para comprar activos y faltar a clases, alfabetizamos a a aquellos afectados por el alto consumo, los enseñamos cómo llegar y regresar al albergue y hacerlos saber que ahí tenían un espacio seguro para vivir, donde tenían la alimentación resuelta y a cambio tendrían que involucrarse en procesos personales de superación. 

Ahí generamos vínculos muy fuertes de amistad y también de amor. Tuvimos las primeras generaciones de jóvenes y niños en situación de calle que lograron alfabetizar. Otros terminaron la primaria, otros hasta la secundaria y recuerdo mucho que La Salle becó a algunos que ya se iban de secundaria a preparatoria. Hoy tenemos muchos casos de reinserción de aquel entonces. Hace doce años que yo estuve ahí, pero siguen siendo jóvenes que cambiaron su origen destino. Ellos tuvieron un origen pero le dieron vuelta a su destino y tuvieron unas mejores condiciones.

De hecho, me decía mi esposo que apenas estuvo en el Castillo de Chapultepec para un evento con el Presidente Andrés Manuel y una chica lo abrazó por detrás y le dijó, hola Martí, quiero agradecerte porque yo ya estoy por entrar a la universidad porque cuando tú fuiste Secretario de Desarrollo Social yo fui usuaria del albergue de Coruña niños y me metieron a la escuela y ya voy a entrar a la universidad. Para mi fue súper bonito porque con uno que tenga esta oportunidad de cambiar vale la pena. 

Y ahora, mis hijos van cada diciembre, una fecha complicada para la gente que no tiene familia. Yo los llevo para que entreguen gorritos y otros regalos y aprendan que cuando se vayan a medir, no lo hagan solo para arriba y piensen en todo lo que les falta, sino que se midan para abajo y vean en qué posición de privilegio están y que realmente no les falta tanto como ellos piensan. y son felices porque son niños que valoran lo que tienen. Que no están esperando tener más porque saben que lo que tienen. Sin caer en mediocridades, porque todos queremos superarnos y salir adelante y por qué no, vivir bien. Mis hijos se involucran, cuando son temas de apoyos sociales ellos están y me acompañan, al igual que a su papá. Aunque afortunadamente ambos tenemos mucho trabajo, tratamos de involucrarnos. Somos una sociedad de adultos que fracasamos como niños al olvidar que también lo fuimos. Y también al no estar juntos trato de darle sentido a las ausencias para que ellos vean que si no estamos, sepan qué estamos haciendo. Así ellos entienden también algo que es muy válido, que es que también tengo mi vida propia y mi vida con ellos como mamá.

 

¿Cuál ha sido el aprendizaje más grande que has tenido en tu vida profesional y como funcionaria?

Para mi ha sido complicado que a pesar de tener credenciales profesionales y personales humanas, propias, las veo cuestionadas por compartir mi vida con un personaje tan fuerte y con tanta responsabilidad y peso público. He sido muy afortunada y no ha sido la primera vez que un personaje con este nivel de poder se ha acercado a mi vida y te puedo decir que yo elijo con quién estar. A mi no me han elegido para estar, yo elijo y he elegido estar con Martí porque ha sido muy respetuoso y me ha impulsado muchísimo. No permite que desista si tengo algún interés profesional él me apoya. Se lleva a los niños a su trabajo y más. Es un hombre muy congruente entre lo que dice, lo que piensa y lo que hace. Para mi eso es fundamental. Yo no busco estar con una persona que sea exitosa, los bienes o el dinero que tenga o el poder. Eso es superficial y cada uno se lo puede hacer. No necesitamos de otro para hacer nuestro propio patrimonio para figurar ni por estatus. A mi me interesa trascender pero como ser humano para que cuando yo deje este plano, esté un poquito mejor de como yo lo encontré. Y entonces, al ver en Martí las características de un gran ser humano que permite que vayas con él avanzando -claro, cada quien en sus tiempos y en sus materias –  pero como iguales, me parece maravilloso. Y entonces, lo que yo me he encontrado es que la gente te subsume. Hay gente que me dice, Ay, yo te conozco. Tú eres la esposa de… Y no, perdón, tú no me conoces. Tú conoces mi estado civil y a mi pareja, pero a mi no me conoces. Me he tenido que enfrentar a irme abriendo pasos por mis propios méritos y medios y teniendo que lidiar con la falsa idea de Ah, claro, está ahí porque es la esposa de. 

Como sociedad, tenemos que dejar de ser juzgadores. No somos los padres de la indulgencia para poder determinar los méritos de alguien más con base en nuestros prejuicios o nuestra propia experiencia. Por otro lado, también creo que tenemos que ser ejemplo de que  a pesar de las adversidades, la gente muchas veces piensa, claro es que ellos ya tienen todo resuelto, ya que están ahí. Alguna vez alguien me decía, claro, es que con todas las nanas que ella debe de tener y yo pensaba, en realidad es mi mamá quien me ayuda y gracias a Dios que está ella, sino no sé qué estaría yo haciendo. Tal vez me hubiera costado mucho más trabajo. La principal adversidad a la que me he tenido que afrontar es al prejuicio social.

 

¿Cómo sobrellevas estas y otras cargas?

En casa todos tomamos terapia ya que creo que necesitamos espacios seguros en los que podamos llevar. Mis hijos saben que pueden hablar conmigo de todos los temas. No tengo ningún prejuicio sobre ningún tema. Y también me ayudo de los profesionales para abordar temas de los cuales desconozco, porque tampoco puedes mentirle a la gente, hay temas que no los sé. No los voy a inventar porque claro que quiero que mis hijos tengan versiones reales de lo que me preguntan o les genera cierta curiosidad. Hay cosas que yo no sé y que a lo mejor la forma en que a mi me las enseñaron, me confundieron más. Entonces, me acerco a gente experta y ellos como yo, vamos a terapia porque estoy convencida de que el ser humano desde que nace necesita ser escuchado. Lo primero que hace un bebé al nacer es hacerse escuchar para hacerse presente y anunciar, aquí estoy, llegué. Y cuando tiene hambre, llora, cuando tiene sed, también. Todos tenemos necesidad de ser escuchados. Vamos a estos espacios seguros de escucha porque tampoco quiero perder esta línea tan fina y delicada de mamá y amiga y que de pronto, en una edad adolescente, eso se me salga de las manos. Y porque habrán temas que por que soy su mamá y el solo hecho de que así sea no los quieran compartir conmigo. Pero que sepan que tienen un espacio de escucha segura, dónde les pueden dar idea y los puntos de vista de un profesional y ayudarlos a nombrar sus emociones y que ellos sepan qué están sintiendo en cada momento de su vida. O incluso para desahogarse. Está bien. Que te escuchen. Y entonces, igual en terapia estar trabajando todo el tiempo en mi, en mi superación personal, en que tenga yo más herramientas para poder aplicar en mi vida laboral, profesional y también personal y con mi esposo. Yo así lo conocí. Como un político exitoso, como un hombre de izquierda. Yo también tuve que irme quitando muchos prejuicios que tenía porque venimos de una sociedad muy diversa y al llegar con Martí también tuve que ir viviendo procesos de deconstrucción y él también me ha ido reeducando mucho en ciertos temas. Y también mediante el análisis.Él es muy analítico y me argumenta de muchas cosas y al final, en algunas sí me convence y en otras él respeta mucho mis posturas de los temas y nunca trata de cuestionarme. Él es muy respetuoso y siempre me permite argumentar y yo también siempre lo escucho . Al final es así. Hablando, escuchando y aplicando todas las técnicas que me dan.  Yo tomo de la gente lo que creo que me puede ayudar para ser un mejor ser humano y lo que no, así como llega sale. No soy reservorio de nadie. 

 

¿Qué piensas del futuro de México, especialmente para las mujeres?

El futuro de México tiene que continuar por una vía progresista, sin prejuicio y que le apueste a la reconciliación. No podemos vivir en un mundo dividido porque todos somos parte de este mismo planeta y a todos nos involucran tonos los temas. Todos queremos vivir en paz. Creo que toda la gente lo necesitamos. Todos tenemos derecho a pensar diferente, pero respetando la idea del otro. La palabra del otro. No podemos imponer a la gente lo que estamos pensando. Tampoco creo que debamos de seguir llamándonos Chairos o Fifís. Somos mexicanos, al final del día todos queremos lo mejor para nuestro prójimo. Por qué  pues porque en la medida de que el otro esté bien, tú vas a estar bien también. Si el pobre tiene para vivir, para comer, para gastar, no te va a quitar a ti. Nadie elige dónde nacer o dónde crecer, pero si el pobre tiene para comer, pues el que tiene no se va a ver afectado. Entonces cuando tú dices oye, tú estás de acuerdo en que la clase política tenga estos privilegios a pesar del sueldo que tienen. No, no estoy de acuerdo. Lo que pasa es que se ha tergiversado mucho la idea de la austeridad. Y la trasladan al plano personal y no debe ser. Por eso creo que en este nuevo proceso que tenemos que vivir, apostarle a la reconciliación y vernos realmente – de acuerdo con mi formación- como hermanos. Se pierden muchas relaciones por este encono que tenemos, ya que mucha gente vive desde el prejuicio que tiene. Y aunque tampoco me gusta mucho futurear. A mi me gusta vivir aquí y ahora. Me gusta vivir en mi presente y trabajar en este para que impacte de manera positiva el futuro. 

 

¿Cómo encuentras el balance entre ser trabajadora, funcionaria, esposa y  mamá?    

Creo que la fortuna más grande que he tenido en la vida es contar con mi mamá, mi esposo y el papá de Santiago que es un gran papá. Entonces, uno también va viendo con quiénes sí  te rodeas y de quiénes no. Aprendes a ser muy selectivo respecto de la gente que te ayuda a estar mejor. Mi esposo se involucra mucho con el tema de la crianza. Él es un  hombre congruente que lo que hace no lo ve como ayuda sino como una responsabilidad compartida y en ese sentido colabora y ejerce su paternidad responsable y eso permite que yo asuma retos personales y profesionales complejos que me permitan evolucionar. Y también gracias a mi mamá que me está alentando todo el tiempo y ayudando. También trato de involucrar a mis hijos en todas las actividades que tengo por la tarde y aunque hay reuniones en las que sorprende su presencia, ellos saben que tienen una mamá que trabaja y también mi esposo se los lleva a su trabajo y salen a los eventos con él y esa es la manera. Que tú vayas teniendo un equilibrio en todas tus actividades para que salgas adelante.



¿Qué consejo le darías a las mamás jóvenes como tú que buscan continuar con su carrera y al tiempo  formar una familia?

Unámonos y busquemos que haya un equilibrio adecuado entre la demanda laboral y profesional. Ese que nos permita estar bien sin sacrificar nada. Ni tus tiempos personales ni tus tiempos con tus hijos. Hacer una mezcla perfecta que les permita vivir su vida laboral plenamente, sin sacrificar nada para que no tengan esa frustración y se avienten a hacer las cosas. Que las hagan con miedo si es necesario, pero que las hagan, que no se detengan y no se paralicen. 



¿Cuál es tu destino favorito para viajar en familia?

Somos muy fans de la playa. Nos gusta mucho ir a Acapulco. Es mi puerto favorito. Tiene todo. Comida, la calidez de la gente, sus lugares. Me encanta. Al principio viajaba muy cargada pero ahora viajamos ligero. Como mis hijos ya están más grandes, cada quien carga su maleta de mano, nos vamos por carretera, disfrutamos muchísimo, ponemos películas, compramos botana y se nos hace mucho más fácil. Viajo mucho sola con mis hijos y mi mamá pues mi esposo está anclado a la ciudad y es su pasión. Tampoco me gusta presionarlo. No tenemos que dejar de hacer cosas que nos gustan por nuestra pareja, siempre y cuando no afecten a la persona. Él nos da calidad de tiempo y eso nos hace muy felices. Hacemos muy buen equipo. Ya casi son once años de matrimonio y hemos avanzado mucho.

 

¿Y en el extranjero?

Me encanta Nueva York, es un lugar que tiene todo y me parece muy bonito. También me gusta Los Ángeles y tengo muchísimas ganas de conocer Francia. Es un lugar al que quiero ir.  Aunque la verdad, mientras más salgo al extranjero más extraño y valoro mi país. Y especialmente después de la pandemia trato de que si voy a gastar, gasto en mi país para ayudar a reactivar la economía.

 

¿Qué no puede faltar en tu equipaje de mano?

Pomada, Diclofenaco para los golpes, medicina para el mareo y chicles o dulces para los niños.