Por: Aura Martínez,Terapeuta en Integración Emocional, Conferencista y Directora de Lidera tu Vida
Desde pequeña me educaron con la idea: “tienes que ser fuerte, pues las mujeres de nuestra familia son luchonas y entronas.” Y ni qué decir de los brazos de tamalera que en mi linaje materno pareciera que nos caracteriza como mujeres de fuerza y carácter.
Ahora con la moda del empoderamiento femenino, hemos caído en la falsa idea de ser guerreras y vivir la vida como eso, como una constante lucha.
Así lo había experimentado desde esa perspectiva de resistencia, de conflicto, donde yo me paraba de pie, fuerte y firme ante cualquier circunstancia, sin demostrar posibilidad de quiebre emocional. ¿Te suena familiar?
Pero ahora puedo ver cuánto daño nos hace este falso paradigma, pues lo rígido, se quiebra.
Hoy estamos viviendo una época única de transformación, requerimos adaptarnos a las nuevas tendencias y los retos de un mundo que se innova cada vez más rápido.
El cambio nos llegó así de golpe, sin avisar y se comienza a hablar por todos lados sobre la resiliencia, la cual se ve muy linda en imágenes o publicaciones en redes sociales pero, ¿Realmente la entendemos? ¿Sabemos cómo aplicarla en nuestra vida?
Quisiera compartirte una nueva perspectiva de la resiliencia. Acorde el diccionario, es la capacidad para adaptarse positivamente a las situaciones adversas.
El hecho en sí de creer que la adversidad es algo peligroso o conflictivo, nos pone en una perspectiva de lucha.
Resistir, implica una gran carga y un desgaste energético que agota y enferma. Tal vez, querida lectora, te has sentido así.
El psiquiatra y psicoanalista Boris Cyrulnik divulgó este concepto de resiliencia: es un término que se toma de la resistencia de los materiales que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original.
Por ejemplo, un arco que se dobla para lanzar una flecha. Es decir, cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por estos.
Pero más que apegarnos a conceptos como adversidad y resistencia, te propongo la resiliencia como una forma de agua ¿Agua? ¡Sí agua!
Piensa un momento, el hierro por más rígido, se funde al calor extremo, pero el agua, solamente se adapta y se transforma ante las distintas circunstancias que sea sometida adquiriendo nuevos estados: sólido, líquido o gaseoso.
A partir de ahora, no ejercer una resiliencia de fuerza, sino de transformación como el agua, la cual incluso fluye, avanza, traspasa y logra permear ante cualquier material.
La habilidad que hoy requieres, es dejarte transformar, una y mil veces ante los constantes cambios. Olvidarte de los apegos y la falsa idea del control, sólo transformarte y disfrutar de tu capacidad de reinventarte.
Tips para mejorar tu capacidad de resiliencia:
1. ¡Reconoce la resiliencia ya en tí!
Realiza una lista de 5 eventos difíciles en tu vida y cómo lograste salir de ellas (aceptando, cambiando alguna creencia, modificando algún comportamiento o creciendo y aprendiendo)
2. Recupera tu poder personal
Ante un evento inesperado o incierto, suelta la perspectiva del drama que nos victimiza y vulnerabiliza ante lo que se considera es algo malo o negativo, peligroso o incierto. Toda la vida es cambio, nada es más que aprendizaje y una situación más. Con tu lista anterior, reconoce que ya has logrado salir adelante, ésta, no es más que una experiencia más.
3. Suelta la falsa idea de control
No podemos transformarnos ni adaptarnos queriendo mantener el control. Tu fortaleza y certeza es interior, no controlando el exterior. Confía en tus habilidades y talentos, no requieres ser fuerte ni valiente, pide ayuda y consejo si es necesario, acércate a otros y crea tu círculo cercano que te impulse e inspire.
4. Transfórmate
Comienza a disfrutar de los cambios viendo cómo te transformas y mejoras en cada etapa. El miedo al cambio no es más que una protección ante algo nuevo que tu mente desconoce o ante el temor a perder.
5. La actitud es todo
No se puede ser flexible si permaneces frustrada, en negación o luchando contra lo que deseamos que fuera distinto. Acepta y suelta la armadura del orgullo y ábrete a una nueva realidad, donde ahora, con una visión más clara, podrás mirar las nuevas posibilidades y oportunidades.