Por. Arturo del Castillo
El poder no sólo es político. Toda relación humana implica un componente de poder, ya sea entre parejas, colegas y, por supuesto jefe y empleado. Cuando el poder es utilizado para fines no éticos y que afectan psicológica o físicamente a alguno de los implicados, sobre todo dentro de las organizaciones, las consecuencias tienen efectos devastadores para la víctima y en el entorno de trabajo.
Situaciones de acoso laboral o sexual se pueden dar en cualquier espacio organizacional. El acoso laboral se entiende como cualquier tipo de abuso u hostigamiento de una persona hacia otra. El agresor tiene el objetivo de intimidar, humillar o amedrentar, ya sea emocional o intelectualmente, a otra persona con la finalidad de excluirlo de la organización, o bien, para imponer su poder o dominio sobre los demás.
Un ejemplo de lo anterior es cuando una persona trabaja todos los días bajo constantes actos de presión y humillación por parte de su superior. Todos los días recibe una llamada justo antes de la hora de entrada y salida solo para ser supervisado, o bien, comentarios sarcásticos respecto a su vestimenta en la oficina; conductas sistemáticas, que no están relacionadas con las exigencias del empleo, pero que tienen como finalidad incomodar y hacer sentir el dominio que se tiene sobre el afectado.
De acuerdo con el Comité de Cultura Institucional con Perspectiva de Género, se estima que la violencia laboral ha aumentado 30 por ciento en el último año; sin embargo, en muchos casos estas situaciones no se denuncian por miedo a represalias o falta de confianza en las autoridades.
Por otra parte, el hostigamiento sexual corresponde a conductas intimidatorias –verbales, no verbales y físicas— de índole sexual de una persona hacia otra, trasgrediendo normas formales e informales de comportamiento. Cuando esto ocurre, en el ámbito de las organizaciones, usualmente deriva en ambientes laborales hostiles, que afectan la motivación y productividad de la gente.
Cabe señalar que, de acuerdo con el INEGI, 1 de cada 4 mujeres que trabajan o trabajaron alguna vez, ha experimentado algún acto violento, principalmente de tipo sexual, y de discriminación por razones de género o por embarazo.
Además de la incomodidad que genera para el afectado, el acoso sexual tiene efectos directos como repercusiones psíquicas (traumas emocionales, ansiedad, depresión, nerviosismo) y físicas (dolor de cabeza, trastorno del suelo, problemas gastrointestinales).
¿Qué debe hacer una empresa para evitar estas situaciones?
En términos de estadísticas, los niveles organizacionales más bajos presentan más situaciones de acoso, siendo este escalafón donde hay más empleados. Además de tener consecuencias en la salud de las víctimas, las empresas se ven seriamente afectadas por: la disminución en la productividad debido al riesgo existente de trabajar en equipo, desmotivación, absentismo; constante rotación del capital humano; los gastos generados por los procedimientos administrativos e indemnizaciones; dificultad para llenar las posiciones vinculadas al acoso sexual y por último, pero menos importante, el deterioro de las relaciones interpersonales en la organización.
Si bien las empresas no pueden tener el control de cada uno de los eventos o lo que hacen sus empleados -por un tema de privacidad-, una compañía debería de abrazar, como parte de su responsabilidad social, diferentes causas, campañas que busquen disminuir el tema del acoso tanto laboral como sexual.
A nivel interno, es responsabilidad de las empresas promover un clima de respeto y educación, dando a conocer a sus integrantes los códigos de ética, la conducta esperada hacia sus colegas, así como sus políticas. Idealmente deben ser claras sobre las consecuencias de actos que trasgredan las normas para después guiar, por medio de distintos cursos o campañas, a sus empleados en dirección de lo ya establecido.
Si bien la capacitación y la búsqueda de soluciones resultan fundamentales, es relevante que las empresas fomenten una cultura en la que las mujeres sean tratadas como iguales.
Es conveniente que los directivos tomen una posición pública firme contra el acoso laboral y sexual, y que repitan constantemente estos mensajes para que permee en todo el organigrama.
¿Qué debe hacer una empresa para evitar el acoso?
• Contar con un marco legal de actuación que contemple sanciones administrativas para asegurar su cumplimiento.
• Tener un procedimiento interno para la denuncia de actos sistemáticos de acoso.
• Promover campañas informativas y de sensibilización con especial énfasis en la problemática y acciones para cambiar las actitudes de hostigamiento.
• Incorporar indicadores para detectar el nivel de riesgo de la organización y de sus miembros ante situaciones de acoso.