De acuerdo con cifras del INEGI en su Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) el 93.2 por ciento de los delitos no son denunciados.
Según este estudio, la falta de denuncia es un efecto de la poca de credibilidad en las autoridades, ya que el 32.4 por ciento de las personas no denuncian porque creen que es una pérdida de tiempo, mientras que el 16.5 por ciento, desconfía de los oficiales.
Ante estos datos, podemos profundizar en el sentido de que existe la percepción de que se destina más tiempo del necesario al proceso, y que incluso esto puede provocar que se soliciten permisos laborales o académicos innecesarios.
El otro elemento que hay que abordar es la falta de confianza, esa sensación de la contribución a que el delito se esclarezca o resuelva es mínima, y la percepción es aún menor de que se resuelva de forma favorable para el denunciante.
Y entonces ¿para qué denuncio?
Los números son inquietantes y reflejan un gran problema de fondo dentro de nuestros sistemas judiciales y penales; sería ridículo negar que el problema está dentro del cuerpo policial, Ministerio Público o jueces; sin embargo, los ciudadanos también contribuimos a este mal debido que el 80 por ciento se cree capaz de sobornar a los jueces, contribuyendo claramente a la falla dentro de nuestros sistemas.
Una denuncia es un mecanismo donde se notifica al Ministerio Público o a la policía acerca de un delito, y es un derecho con el que contamos todos los ciudadanos, para así dar inicio a una persecución penal. Con nuestra denuncia favorecemos a que los datos criminalísticos sean cada vez más apegados a la realidad, pudiendo tener un pie de donde partir y darle seguimiento a cada una de las carpetas de investigación, por el contrario, sin ellas fomentamos que los criminales sigan gozando de su libertad.
Debido a los dos factores anteriores, el respeto a la autoridad es bajo y mucho más con los incidentes mediáticos dados a conocer en estos días.
Hoy se ha brindado un cambio con la instauración de la Guardia Nacional, que a muchos pudo o no gustarles, pero esta nueva administración debe de aprovechar la oportunidad para ganar nuevamente el respeto y la confianza de la población promoviendo información clara, regulaciones y facultades establecidas.
A través de todas estas acciones, es la manera en la que el gobierno puede otorgar certeza a la población de que se están realizando cambios, que además pueden monitorearse, renovando así la confianza y respeto por las autoridades.
Si bien la desconfianza es un factor, las autoridades son las encargadas y únicas capaces de darle solución a la falta de seguridad. Está en nosotros brindarles un voto de confianza, pero sobre todo entender que la denuncia es el primer paso para dar solución a diversos problemas.