Sexualidad humana, emoción y mente

Uno de los aspectos más complejos de la especie humana es la sexualidad. Además de ser una fuente de placer e intimidad, nuestra sexualidad funge como conexión con los demás. La perspectiva y nuestra relación emocional y mental en este tema es un aspecto de extrema importancia de nuestra identidad personal —que se construye desde nuestro ambiente sociocultural—, y nacen a partir de paradigmas educativos y religiosos. Aun en sociedades supuestamente modernas y abiertas, la normalización de una sexualidad “correcta” sigue creando importantes desafíos emocionales y mentales en las personas cuya identidad sexual es distinta a la norma social, llevando a esas personas a vivir en ansiedad, depresión y aislamiento social. En este espacio exploramos los dos aspectos, mental y emocional, de la sexualidad humana, y cómo influyen en el bienestar general y las relaciones.

La conexión sexo-emocional es un tema controvertido. La premisa que prevalece (socialmente) ha convertido a la emoción en la condición requerida para practicar la sexualidad. La conexión emocional se considera la llave para vivir la intimidad y abrirse al contacto físico, sobre todo para el género femenino, y puede ser una forma de conectarnos sexualmente, permitiéndonos sentir y expresar amor, afecto y deseo mutuo. La relación emocional puede fortalecerse por sí misma, engendrando más de lo mismo. La intimidad física que puede resultar de la conexión emocional funge como la desinhibidora para relajar, reducir el estrés y vivir el placer que nos permite acceder al estado de éxtasis y satisfacción orgásmica.

La conexión emocional no siempre está presente o es posible en las relaciones sexuales. Algunas experiencias pueden originarse y verse impulsadas por motivos ajenos a la conexión emocional y la intimidad; entre ellos, el interés solamente en el placer físico, la gratificación personal o el deseo egocentrista de dominar. Dependiendo de los paradigmas sociales, educativos y religiosos, la falta de conexión emocional puede causar conflicto y malestar. La madurez emocional tiene un papel medular en nuestra forma de condicionar y vivir la sexualidad, sea que existan o no emociones hacia la otra persona.

Nuestra sexualidad y nuestra mente mantienen una relación de reciprocidad, influyendo una en la otra. La práctica sexual puede ser un factor estresante que afecta la autoestima y autoconfianza. Problemas físicos como la disfunción eréctil y anorgasmia pueden causar depresión, ansiedad y hasta nula autoestima.

Es importante acudir a profesionales de la salud mental para tratar estas condiciones, porque nuestra sexualidad es una herramienta para vivir el placer y el éxtasis. Además, es un elemento importante en la forma como nos percibimos, e influye en nuestra salud mental y bienestar emocional. Por ende, es de la mayor importancia educarnos sobre nuestra sexualidad con el propósito de practicarla desde el conocimiento propio, con autorrespeto, autolealtad y, claro, autoamor, y compartirla de la misma manera.

 

Moshé Habia

  • Especialista en Patrones de Comportamiento Humano, Sexualidad Humana, Espiritualidad y Desapego 
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