Y el famoso Blue Monday ¿existe?

Para muchos el tercer lunes de enero es Blue Monday, es decir, el día más deprimente del año.

Sin embargo, las investigaciones no han demostrado que haya un día más deprimente que todos los demás; aunque sí hay una razón por la cual existe este famoso lunes desde hace más de una década.

El origen de un mito

En 2005, el ya desaparecido canal de televisión del Reino Unido Sky Travel aseguró, con la ayuda de un psicólogo, que habían calculado el día más miserable del año.

Aparentemente lo resolvieron con una fórmula compleja desarrollada por el psicólogo británico Cliff Arnall, quien consideró factores como el clima, los días que habían pasado después de Navidad y la cantidad de gente que usualmente por estas fechas solía volver a buscar vacaciones por depresión.

A Arnall se le pidió que inventara una fórmula en la que tomara en cuenta estos elementos.

Sin embargo, después de un análisis más cercano, las variables involucradas son subjetivas y claramente no científicas. Ninguno de los factores que incluyó puede medirse o compararse con las mismas unidades. Además, la fórmula no se puede evaluar o verificar adecuadamente.

La realidad

Lo que sí existe es la tristeza invernal, más conocida clínicamente como Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Es una forma de depresión que las personas experimentan generalmente durante los meses de otoño e invierno cuando hay menos luz solar. Los meses más difíciles para las personas con TAE en Estados Unidos tienden a ser enero y febrero, pero mejora con la llegada de la primavera.

La condición se ha relacionado con un desequilibrio bioquímico en el cerebro provocado por las horas de luz más cortas y menos luz solar en invierno. A medida que cambian las estaciones, las personas experimentan un cambio en su reloj interno biológico, o ritmo circadiano, es decir entre menos luz, mayor posibilidad de sentir tristeza.

Los síntomas comunes de TAE incluyen fatiga, aumento de peso asociado con comer en exceso y tener antojo por carbohidratos, según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

Otras señales incluyen sentimientos de tristeza, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, sentimientos de inutilidad o culpa, problemas para concentrarse o hasta tener pensamientos suicidas.