Una madre siempre tendrá una esencia única e irrepetible, con un amor y un instinto inigualables.
Aunque el origen del Día de las Madres se remonta a la mitología griega y a la diosa Rea, conocida como “la madre de los dioses” —por quien nació la idea de dedicar un día especial a las mamás—, apenas a inicios del siglo pasado se convirtió en una celebración aprobada por las autoridades en Estados Unidos; poco después se expandió a otros países, incluyendo México, en donde de los 48.7 millones de mujeres, 67.3% han tenido al menos un hijo (fuente: INEGI).
Ser madre o tener una mamá es un gran privilegio, y aunque el papel de la mujer en la maternidad ha evolucionado a lo largo de la historia, ellas siempre tendrán una esencia única e irrepetible, con un amor y un instinto inigualables.
Si bien es cierto que cada madre tiene cualidades únicas que la identifican, existen características puntuales para reconocer a una mamá exitosa en el mundo actual, lleno de exigencias para ellas y su familia.
Son y dejan ser.
Se reconocen como mujeres integrales, capaces de desempeñar diversos roles. Saben que si ellas son libres, podrán enseñar a sus hijos a tomar decisiones para ser felices y alcanzar sus metas.
Dan calidad y no cantidad.
Una mamá puede no estar de tiempo completo con sus hijos, pero cuando está, incita a sus hijos a crecer intelectualmente: conversan con ellos, los estimulan y los hacen reflexionar.
Son su prioridad.
Entienden que para estar bien con el mundo primero tienen que estar bien consigo mismas. Saben que, como en un avión, primero deben ponerse la mascarilla de oxígeno para después ayudar a otros.
Delegan y priorizan.
Atienden lo que nadie más puede atender y piden ayuda para lo demás. Tienen una red de apoyo familiar y social. Así mismo, establecen una clara diferencia entre lo urgente y lo importante.
Enseñan independencia.
Hay quien justifica su “extenuante trabajo” inutilizando a sus hijos, haciéndolos dependientes y sobreprotegidos. Ellas, por el contrario, los impulsan y los enseñan a volar por sí mismos.
Son flexibles. Se adaptan.
Dicen adiós a la rigidez y aprenden a soltar cualquier expectativa que se aleje de su realidad. Esto les da un sentido de realismo que les ayuda a avanzar constantemente.
Mantienen la calma.
En momentos de tensión, respiran y enfrentan con amor los obstáculos que se presentan. Entienden que los niños son esponjas y evitan caer en una espiral de estrés que sólo produce ansiedad familiar.
Se cuidan.
A pesar de su agenda cargada de obligaciones, tratan de descansar lo suficiente. Se nutren e hidratan adecuadamente, hacen alguna actividad física, leen y escuchan información que aporta a su ser.
Se organizan.
Tienen una rutina desde que se levantan hasta que se acuestan. Controlan 99% de su día, dedicando el 1% restante —14.4 minutos— a planear. Se anticipan, son ordenadas y evitan perder tiempo.
Respetan sus tiempos.
La tendencia empresarial son esquemas part-time o home-office; las mujeres que forman parte de ella se comprometen a respetar el tiempo de trabajo, así estén en casa.
Te invito a notar y mantener aquellas características que ya están integradas en tu rutina, así como a practicar las que todavía no adoptas —las que se adapten a tu estilo de vida.
Piensa, reflexiona y actúa… Por: Helios Herrera |