Aura Medina de Wit, Pscicoterapeuta, conferencista y escritora especializada en la Codependencia.
Cuando hablamos de relaciones tóxicas es común asumir que nos referimos a relaciones de pareja o incluso entre familiares. Mucho menos se escucha de relaciones tóxicas entre personas a quienes consideramos “amigas, amigos”.
Aclarando un poco este punto en realidad no me agrada andar etiquetando a las personas.
Si de por sí ya traemos bastantes etiquetitas desde la infancia, lo que menos necesitamos es una más. Y comento esto porque frecuentemente cuando oigo o leo acerca de este tema se mencionan las personas “tóxicas” y ésta es una característica muy dura y dañina para cualquiera.
Si nos apegáramos a las definiciones de personas tóxicas entonces tendríamos que reconocer que, de tóxicos, todos y todas tenemos un poco…o un mucho.
¿Cómo entender entonces la problemática de las amistades tóxicas?
Comprendamos que lo tóxico en esto es la forma en que nos relacionamos con los demás, sean amigos, pareja, familia.
Algunos ejemplos de conductas en las relaciones tóxicas:
- El Martillo: Exigir, reclamar y culpar.
- El Gancho: Manipular a otros por medio de la culpa, amor, sexo, poder, engañando, complaciendo a los demás para obtener lo que deseamos
- La Flecha con Punta de Metal: Culpar es otro tipo de manipulación, pero lo hacemos tan a menudo que merece su propia línea.
- El Cuchillo: Conductas de traición y de venganza a quienes según nosotros nos han dañado. Puede ser ignorar al otro, criticarlo por detrás.
- El Desarmador: Tratar de arreglar y cambiar. “Si tan solo me escucharas”, “Yo sé lo que te conviene”, “¿Cómo hiciste eso? Yo hubiera hecho …”
- El Tazón de Limosnas: Rogar, suplicar, literalmente aceptar las “migajas” de una relación por miedo a que se enojen y que nos rechacen.
- Tazón de Limosa Volteado: Resignarnos a que nada puede hacerse y tenemos que “aguantar” porque seguramente tenemos “mala suerte”.
La forma verdadera de sanar lo tóxico de nuestras relaciones es primero aprender a observarnos a nosotros, indagar en nuestras conductas y darnos cuenta de qué es lo que hacemos nosotros para crear ese tipo de relaciones. Reconocer nuestras partes inmaduras que se “enganchan” y actúan desde las diferentes heridas que todos llevamos adentro.
¿Qué hacer en estos casos?
Primero revísate y checa cuál es tu parte en todo esto. Es muy importante identificar cómo has perpetuado esta situación. Por ejemplo, tienes una amiga que siempre critica todo lo que haces, pero sigues contándole cada detalle de tu vida.
Por eso hay que ser muy honesto en la auto indagación. Lo que sigue es buscar el momento adecuado con ese amigo y amiga y hablar de eso que nos está molestando.
Esto implica establecer límites sanos. Siempre utilizando comunicación asertiva y no violenta, esto es, no hablar del otro, ni acusarlo, sino hablar de la situación, de tus sentimientos y estableciendo una petición clara y concisa.
Si ya has hecho todo esto y la persona no modifica su actitud o conducta, quizá sea necesario considerar eliminar a esta persona de tu círculo de amistades.
No olvides que lo más importante es darnos cuenta de cómo desde nuestra parte, estamos apoyando las relaciones tóxicas.
Si sabemos tomar estas relaciones como espejos para crecer, y cambiamos nuestras formas inmaduras, a unas más honestas y respetuosas, conmigo y con el otro, es muy probable que atraigamos a personas que también quieren establecer relaciones afectivas y sanas. Ya lo decía el pensador Ralph Waldo Emerson: “La única manera de hacer un amigo es serlo.”