Ante el cierre de año, evalúa tus acciones

Estos días de relajación, lejos del estrés, se convierten en el momento perfecto para hacer un análisis de lo vivido, pero sobretodo, de cuáles han sido los valores que rigen nuestra vida.

¿Qué tan responsables somos en nuestro hogar? ¿realmente brindamos una amistad franca? ¿estamos en las buenas y en las peores? ¿o solamente para las fiestas de cumpleaños y las bodas?

¿Nuestros colegas pueden presumir que somos honorables? ¿somos leales en todo momento, o sólo cuando nos conviene?

Incluso, actualmente se habla mucho de ser empático, pero ¿sabemos lo que realmente significa? A veces, hasta olvidamos algo tan sencillo, pero importante como el saludo hacia el otro. Vivimos tan ensimismados que no le damos la importancia debida a quien está a nuestro lado.

Así que, toma de excusa que inicia un nuevo año para saber qué te falta hacer por ti mismo, pero también por los demás.

Haz una lista sobre lo que no te gusta de ti mismo y qué pasaría en un par de años, si eso no lo cambias en tu vida, qué puedes perder o no ganar. Y que ese análisis sea un impulso para mejorar.

Para cerrar el año te dejamos una conocida reflexión sobre la importancia de valorar a quien tienes a tu lado y cómo un saludo puede ser primordial.

Cuenta una historia que un hombre trabajaba en una planta empacadora de carne. Un día, cuando estaba por terminar su horario de trabajo fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo y sin esperarlo, se cerró la puerta y se quedó atrapado.

Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los trabajadores se habían retirado ya a sus casas, y era casi imposible que lo escuchara por el grosor del refrigerador.

De repente se abrió la puerta. El guardia de seguridad entró y lo rescató. Después de esto, le preguntaron al guardia:  “¿Cómo se le ocurrió abrir esa puerta, siendo que no es parte de su rutina de trabajo?”  Él explicó: “Llevo trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible.

“Hoy me dijo ¡Hola! a la entrada, pero nunca escuché: ¡Hasta mañana! Sabiendo que todavía no se había despedido de mí, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré.»

Que este nuevo año, sea el pretexto para trabajar en tu empatía, en ser cercano con la gente que te rodea y no olvides que cada uno de los valores que manejas en tu vida no sólo le suma a los demás, sino también a ti mismo.