Un caos que funciona así viví la India

¿Por qué una filosofía tan profunda como el yoga no se ve reflejada en las calles en el día a día? Tristemente, la armonía interior no tiene ninguna correlación con el medio ambiente y la equidad de género.

Aveces literalmente hay que escapar de la rutina y cumplir ese viaje que debemos hacer solas, no por egoísmo, sino por darnos ese tan soñado espacio para estar “con una misma”. Así que organicé a mis tres hombres (mi esposo y mis dos hijos), los dejé en su invariable caos, limpié mi agenda lo más posible, empaqué ligero y me embarqué a la aventura en una India diferente. Esta vez no iba de trabajo, ni a visitar templos y monumentos, esta vez iba a estudiar yoga y, sobre todo, a estar conmigo.

India siempre es mágica, puedes amarla u odiarla, pero nunca te deja indiferente; es un país lleno de enigmas y fascinación. 

Lo que siempre me ha parecido extraño y fascinante es que una cultura milenaria ayude tan poco a mejorar la vida de la gente que habita este país, así es como siento India. Al estudiar lo que está detrás del yoga, se enfrenta la milenaria filosofía védica, que es la base de su forma de vida y su religión. Yoga significa unión y su práctica busca llegar a la armonía entre mente, corazón y cabeza, todo en perfecta unión con el universo.

Yoga no son clases de estiramiento y fuerza corporal, en eso se ha convertido en los gimnasios occidentales. El objetivo de la práctica es aprender a regular las fluctuaciones de la mente a través de controlar el cuerpo y la respiración. Así de sencillo. Todo esto para aplicarlo no en un salón de gimnasio, sino 24 horas al día. Aún más fácil.

Entonces, ¿por qué una filosofía tan profunda no se ve reflejada en las calles en el día a día? Tristemente, la armonía interior no tiene ninguna correlación con el medio ambiente ni en las ciudades.


Hablan de respeto a los animales, y las calles están repletas de vacas, perros, changos. Pero eso no sólo es lo folclórico de la postal, implica que al caminar se respira excremento, polvo, suciedad, entre otras cosas.


La gente va a bañarse y a hacer sus necesidades al río Ganges. Por ser un río sagrado, también bebe sus aguas. Sí…, eso sucede.  Barren pero no limpian, se limitan a quitar el polvo de encima.

La comida es necesaria, pero no debes abusar de ella y debes comer cosas que no hayan representado una muerte, razón por la cual en India hay tantos vegetarianos. No se ve licor, ni cerveza, poco refresco y, en general, pocas marcas. La gente entiende que la buena comida viene de casa.

Conforme pasaron los días, algo más llamó mi atención… Según la filosofía védica, ante Dios no hay diferencia entre hombres y mujeres, pero me parece que en las calles se respira otra cosa. India es uno de esos mundos donde la mujer representa un muy evidente papel secundario. No es una forma machista, es simplemente el entendido de que el hombre debe vivir en pareja y el desempeño de la mujer es servirlo, así como a la familia. No debe de tener un logro personal muy marcado a riesgo de parecer egoísta, ni debe de ser muy notoria; siempre debe permanecer tras bambalinas, en la sombra. Y, aunque son pocas, sí hay mujeres gurús.

En los puestos de trabajo remunerado, es muy raro ver mujeres. No se ven en los restaurantes, yo creo que sería terrible que “sirvieran” o “cocinaran” para alguien que no es de su familia. Se ven poco en tiendas, donde se limitan a ser asistentes (para doblar, guardar y demás). Se ven en las calles cargando pesadísimos costales, en los que pueden llevar desde ropa y comida hasta materiales de construcción para “servir” al que construye.

En las casas de masaje, sí encontré mujeres, creo que el primer masaje con un hombre fue una excepción. Y es que, aquí, las mujeres sirven a las mujeres. ¡Qué manos tan maravillosas de esas mujeres que a simple vista parece que se rompen!

Obviamente la vestimenta debe de mostrar el decoro de una mujer de casa enfocada a su familia. Brillante y bonita, pero discreta en su manera de mostrar el cuerpo. Es claro que la decoración de sí mismas les encanta. Ojos muy marcados, manos ornamentadas con henna, pulseras en manos y pies, anillos, aretes largos, arete en nariz y demás bellísimas piezas. El punto en medio de los dos ojos refleja el tercer ojo, el ojo del conocimiento y el aprendizaje. Las veo y me pregunto: ¿aprendizaje de qué? Si en realidad están confinadas a cumplir lo que el destino ya les deparó. Ese ciclo inquebrantable de hacer lo que fuiste destinada a hacer, en realidad lo usan como un símbolo de devoción al Dios que escogieron como su protector.

El domingo es igual que el nuestro, día de familia. Es lindo ver familias grandes desplazándose juntas, usando sus mejores trajes y llevando a los niños y niñas muy arregladitos. Si ellas se decoran, se pueden imaginar a los niños. Es muy común que lleven tanto a niños como a niñas maquilladitos de los ojos. Lo que no cambia es que el hombre siempre va al frente de esa comitiva, de su comitiva.

Y es aquí donde tengo una reflexión recurrente: a las mujeres nos queda tanto camino por recorrer y tantas ataduras que romper. ¿Será posible romperlas cuando nosotras mismas las fomentamos porque así es como tenemos entendida la vida?

Podríamos pasar horas discutiendo el tema. Yo sólo quería platicar de lo que vi respecto a uno de mis temas favoritos en la vida.

Personalmente, me llama la atención una contradicción importante o más que una contradicción es una incongruencia: el yoga busca esa armonía y paz interior para vivir feliz; sin embargo, en su forma más pura se convierte en un camino individual ya que el exterior, bueno o malo, no altera tu paz interior.

Los principios son bellísimos, aunque poder lograrlos lleve toda una vida. La vida en el yoga, al ser individual, no hace daño alrededor, pero no es activa en generar y, sobre todo, fomentar una sociedad en armonía.

Los gurús buscan enseñar su camino para que cada alumno asuma su responsabilidad y siga el suyo propio. El fin del yoga es lograr una armonía interior y requerir muy poco de lo exterior para sobrevivir.


India; un exquisito collage lleno de contrastes, emociones y de caos, del que nadie nos salvamos.


A Dinesh, mi maestro, le pregunté: ¿por qué la gente en India ni practica ni entiende yoga? Y me respondió que el yoga se ha visto como algo para los swamis y gurús que están dispuestos a dejar todo para perseguir una vida de desprendimiento y meditación, por lo tanto, no es para la gente normal… Ellos están muy ocupados en sobrevivir. Esta respuesta me sigue despertando más preguntas.

Lo cierto es que yo seguiré disfrutando india, con sus olores, sabores y colores; con sus sonrisas, sus grandes contrastes y su sorprendente forma de vivir dentro de un caos que funciona, a su mejor entender. finalmente, esto es la vida…

Después de tres semanas de estudiar yoga, de comer lo inimaginable, de platicar con gente con perspectivas muy distintas y de vivir una experiencia inolvidable, regreso con el corazón lleno de energía, de amor, feliz de haber estado conmigo misma y haber disfrutado mucho. Y regreso al exquisito caos que reina en mi casa, en mi propia familia.

SILVIA DÁVILA
Experta en MKT, Nuevos Negocios Internacionales. Miembro del International Woman Forum.
Viajera incansable. Gourmet Amateur y orgullosa mamá.
@silviadav