Amar puede ser el acto más riesgoso al que se expone el ser humano.
Amar con toda la conciencia implica salir de nosotros para instalarnos en un espacio que claro que nos genera riesgos, el riesgo de necesitar al otro, de dejar de vernos, de espejearnos tanto en el otro que nos asustemos; significa bajar las defensas y aceptar que la presencia del otro reviva nuestras heridas. Creo que muchas veces elegimos de mil maneras no amar por el miedo al dolor, renunciamos a tener por el gran miedo a perder.
“Si alguien me da comida, significa que me quiere y prefiero recibir el amor de la comida que el de las personas, porque comer me lastima menos”
Lo que viene a continuación salió a la luz durante una sesión del grupo de apoyo que dirijo: Sonia estaba narrando varios episodios de su vida con la comida, cuando uno de ellos la hizo contactar con mucho dolor: fue el hecho de recordar que, habiendo sido seriamente restringida por su madre de comer lo que quería, pues consideraba que por estar gorda no lo merecía, cuando alguien le daba algo de comer, ella sentía que la amaban. Dijo: “Si alguien me da comida, significa que me quiere y prefiero recibir el amor de la comida que el de las personas, porque comer me lastima menos”. Mi corazón se estrujó y la frase resonó en mi cabeza.
Nos hemos convencido de que si el amor llega a través de la comida, se hace un “puente” que protege sentir la vulnerabilidad que sugiere dejarnos “tocar” por el otro. Sonia prefería comerse a la comida que comerse la responsabilidad de atreverse a amar; sobra decir que “culpando” a los kilos de más no ha tenido una pareja estable.
La experiencia de “amar”, que se creó con base en la relación con sus padres, le hizo creer que no era suficiente como era y esa misma premisa la ha seguido aplicando en su relación con ella misma y con los demás.
 |
ADRIANA ESTEVA Especialista en nutrición emocional @adriesteva contacto@empresenciamx.com Si quieres saber más de nuestros especialistas, |