Por: Adriana Esteva
Antes que nada, me gustaría decirte que ojalá pudieras comprender que es natural que, ante algo totalmente nuevo y nunca vivido, nuestro sistema reaccione de maneras diferentes. Este es el caso de lo que el mundo está viviendo ahora con el covid-19.
Seguramente coincidirás con la gente a tu alrededor en que muchos hábitos y conductas han cambiado, no solo en relación con la comida, sino también en relación con el sueño, la actividad física, el humor, las emociones y las reacciones, entre otras.
La comida está conectada con nuestro sistema más primario de supervivencia; por eso, no es de extrañar que al estar en riesgo nuestra seguridad física, psíquica y emocional se activen nuestros sistemas y hagan que en esos momentos la necesidad por ese recurso aparezca con más fuerza. Es decir, si encontramos en el comer una manera de conectarnos con el amor, el desahogo, la seguridad, la compañía, el sostén, el apapacho y la seguridad, y en estos momentos es justo de lo que carecemos, es difícil que soltemos la comida hasta que exploremos y probemos que hay otras formas de obtenerlo.
En lugar de pelearte con tu manera de comer, agradece que tu sistema está tratando de regularse y ponerte a salvo, y ayúdalo con acciones que lo tranquilicen, como cantar, escuchar música y jugar. Y sobre todo, reconoce tus recursos internos y externos.